domingo, 28 de octubre de 2018

Apuntes de Quirón

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Quirón rige el acceso a un nivel ampliado de conciencia, es un puente hacia las energías más transpersonales, aquellas que van más allá del ego.

Vivimos  en tiempos quironianos, nuestra humanidad está herida, seguimos hiriendo y lastimando a la tierra y nos lastimamos entre nosotros, buscando desesperadamente sanación para nuestra alma. Estamos sedientos de curar tanto dolor, ya sea personal o transgeneracional. Acompañamos al planeta tierra en esta profunda transformación en la que se encuentra  comprendiendo al mismo tiempo que somos parte de ella. Nuevos horizontes de inteligencia y sensibilidad se anuncian trayendo evolución y crecimiento.

La sanación es por lo tanto un bien más que preciado. Probablemente comprendamos mejor el concepto de sanación en pleno siglo XXI que en cualquier otro momento de la historia, pero aun así apenas estamos empezando a percibir de qué se trata.

Pero que es sanar? Que necesitamos sanar? Que nos sana? Podemos llegar  a un lugar en donde siempre estamos sanos?  
Quirón es el arquetipo de la sanación, una nueva pauta arquetípica que aparece en la humanidad justo en estos tiempos y nos convoca a reflexionar y trabajar sobre estos temas.

Desde nuestro mandala zodiacal podríamos pensar que Quirón tiene mucho que ver con el pasaje de  Escorpio a Sagitario, ese  momento clave en el zodiaco en el cual luego del encuentro con la sombra, el dolor y  el conflicto,  algo en nosotros comprende, amplia la mirada pudiendo resignificar la herida a la luz de otra conciencia, otorgándole quizá un  sentido. Un dolor o un conflicto que una vez atravesado cobra trascendencia.


Escorpio- Sagitario, es quizá el momento de pasaje que nos da la clave de porque la sanación es siempre una comprensión, una humilde sabiduría que surge de haberse animado a abrazar la sombra, la cual es amenazante para el yo, pues lo cuestiona,  lo insta a ponerse bajo sospecha,  y lo llama a despertar.

En última instancia la sanación sea quizá recobrar nuestra conexión perdida con el cosmos, de donde provenimos, es unir nuestra esencia  divina con nuestra naturaleza más animal e instintiva y animarnos   a crear  nuevos circuitos de conciencia.

Con Quiron estamos comenzando a vislumbrar  la revolución que propone vivir con conciencia. Conciencia de quienes somos, de nuestras capacidades, de nuestro potencial para disfrutar y hacer de la vida una experiencia sagrada, abrazando todos sus colores.


Quirón, el Sí mismo y aportes de la psicología moderna

“El privilegio de una vida es llegar a ser quien uno es” J. Campbell

El sí-mismo es un término de la psicología Junguiana que expresa el arquetipo de la totalidad. El sí mismo es conciencia integral de lo que somos, es conciencia holística y voluntad de sentido.

Para desplegar el sí mismo emprendemos al nacer un viaje, el camino de individuación, que se traduce en ir siendo quienes somos. En toda psique existe un principio finalista que se empeña amorosamente en que despleguemos nuestro potencial, en que realicemos un viaje hacia la totalidad que somos. Este viaje requiere de un lugar protagonista de la conciencia para escuchar los llamados de la vida a ir integrándonos más.

Carl Rogers, con su “tendencia actualizante”  también nos dice que toda vida tiene una fuerza que la lleva, la direcciona a la realización de sus capacidades y potenciales. Es decir eso que somos al nacer está ávido de ir desplegándose. El dolor, cuya relación con Quirón es bien sabida es también parte de ese estimulo que nos hará desplegar quienes somos. El dolor muchas veces es una puerta al autoconocimiento pues al no estar a favor de los deseos del yo nos abre a una instancia de desarrollo transpersonal. Por eso decimos que Quirón es un gran estímulo de desarrollo al igual que el ascendente, el eje nodal, los planetas en casa doce, y los planetas transpersonales.

Es un puente entre los planetas interiores y la dimensión transpersonal. Esta orbitando entre Saturno y Urano y eso nos da su nota clave: nos pide respetar la forma y los límites de nuestra existencia, esa que Saturno nos impone,  sintonizándonos con nuestra propia ley  y al mismo tiempo manteniendo nuestro compromiso con Urano y el despliegue de lo que somos como individuos, aportando nuestra originalidad, y singularidad. Comprender al fin esta trama, esta misteriosa danza entre  orbita y libertad, entre  destino y libre albedrio es una de las tareas de la astrología.

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Quirón y las profesiones de ayuda

“Tres pasiones simples pero abrumadoras han gobernado mi vida, el ansia de amor, la búsqueda de conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento humano” Bertrand Russell

Los que trabajamos en profesiones de ayuda nos encontramos infinitas veces con el dolor humano en todas sus dimensiones, además a menudo alojamos también los dolores, las perdidas y los traumas del sistema familiar al que pertenece el paciente/consultante. Las heridas del sistema al que pertenecemos yacen en nosotros como información latente. Si no nos atrevemos a mirarlas de frente se pueden colar en repeticiones inútiles y nos drenan la energía.

Pero  estar en rol de ayuda nos convoca a mirar y reconocer nuestras propias heridas y las de nuestro sistema. También es tarea reconocer esa parte que puede herir, que puede lastimar a otros o a nosotros mismos.  Poder mirar con compasión esas tres partes herido, heridor y sanador nos permite estar presentes en nuestra tarea.

Borys Cyrulnik tiene una frase maravillosamente quironiana que transparenta  lo que sucede en las profesiones de ayuda.

“Un espantapájaros, un espectro, se esfuerza por no pensar porque es demasiado doloroso construir un mundo íntimo plagado de representaciones atroces. Cuando uno tiene un trozo de madera en lugar de corazón y paja bajo el sombrero, sufre menos. Pero basta que ese espantapájaros encuentre a un hombre vivo que le insufle un alma para que el dolor de vivir vuelva a tentarlo”.

Ese hombre puede ser un terapeuta,  o un amigo, que está vivo no porque esté libre de dolor, de heridas y posibilidad de herir, sino porque puede mirar esto con amor,  con aceptación, porque quizá haya aceptado que esto le recuerda paradójicamente cuan vivo esta.

El dolor nos acoraza, nos adormece, nos aísla y nos deja sin respuesta ante la vida, por eso muchas veces necesitamos a otro ser humano para que la llama vuelva a encenderse, para que nos espeje ese lugar en nuestro interior en el que el logos, el sentido valen más que cualquier lógica.

Para contener el dolor del otro tendremos que haber contenido el propio y también habernos abierto a compartir nuestra vulnerabilidad. Poder abrir  nuestras zonas de dolor en un marco amoroso es uno de los pilares del viaje de sanación. Todos podemos ayudar a otros a sanar, pero  siempre será desde  nuestra conciencia de estar también heridos. Heridos,  imperfectos y profundamente vivos…

Borys Cyrulnik nos aporta un maravilloso recurso,  nos habla de la psicología del Oxímoron para entender la resiliencia en su libro “La maravilla del dolor”, Barcelona, Granica, 2001 que se puede aplicar perfectamente cuando tratamos con Quirón en profesiones de ayuda.

El oxímoron es una figura de la retórica que consiste en reunir dos términos de sentido opuesto para generar un nuevo significado por ejemplo la "oscura claridad", un "maravilloso sufrimiento", el "sol negro" de la tristeza o una “dulce derrota”, etc.

"Hay que ver el problema desde sus dos caras. Del exterior, la frecuencia de la resiliencia prueba que es posible recuperarse. Del interior del sujeto, estar estructurado como un oxímoron revela la división del hombre herido, la cohabitación del Cielo y el Infierno, la felicidad en el filo de la navaja".
El oxímoron revela el contraste de aquel que, al recibir un gran golpe, se adapta dividiéndose. La parte de la persona que ha recibido el golpe sufre y produce necrosis, mientras que otra parte mejor protegida, aún sana pero más secreta, reúne, con la energía de la desesperación, todo lo que puede seguir dando un poco de felicidad y sentido a la vida".
La escisión del yo no se sutura, permanece en el sujeto compensada por los recursos yoicos que se enuncian como pilares de la resiliencia: Autoestima consistente, independencia, capacidad de relacionarse, sentido del humor, moralidad, creatividad, iniciativa y capacidad de pensamiento crítico. Con algo de todo eso más el soporte de otros humanos que otorgan un apoyo indispensable, la posibilidad de resiliencia se asegura y el sujeto continúa su vida.
La felicidad existe únicamente en la representación mental, por tanto es siempre fruto de la elaboración. Es algo a trabajar. Y ella se construye en el encuentro con el otro"

Quirón nos recuerda estar estructurados como el  oxímoron, con una doble naturaleza, una filosófica y reflexiva  y la otra animal y herida.

Quirón viene a mostrarnos eso que nos hace profundamente humanos,  la autoconciencia, la capacidad filosófica y la voluntad de sentido,  pero sin olvidar nuestra naturaleza más instintiva y salvaje, que muchas veces hiere y es herida. En ultima instancia la conciencia de finitud de la vida y al mismo tiempo la posibilidad existente en cada uno de nosotros, como Prometeo, de robarles un poco de fuego a los dioses, de encontrar creativamente el estímulo en lo que nos pasa para ir siendo cada vez más quienes somos.

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Quirón y la vergüenza
En el mito de Quirón su madre Filira se avergonzó al ver la fealdad de su hijo, lo abandono y huyo desesperada implorando a los dioses, quienes la convirtieron en un árbol de tilo. Es decir que la vergüenza de su madre y su rechazo fue la primera gran herida que sintió Quirón.

En el libro “Morirse de vergüenza” de Borys Cyrulnik  el autor nos dice que todo ser humano es decididamente moral y siente vergüenza con facilidad y que esta surge cuando el niño pierde el contacto con su madre, objeto de apego.

Para sentir vergüenza debemos armar una representación de nosotros mismos dominada por otros. La timidez, y la vergüenza son sentimientos que se dan en el desarrollo cuando los niños cerca de los tres años pueden comenzar a desarrollar empatía, comienzan a incluir a  los otros, a concederle importancia a los otros, son sentimientos sociales, que nos impulsan a tener en cuenta a los otros.

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Trabajar con Quirón es trabajar entonces con esas zonas que nos avergüenzan, allí es donde nos encuevamos porque podemos sentirnos vulnerables.  Tenemos allí una representación interna de que no somos lo suficientemente buenos para. También podemos considerarnos sin derecho a hablar de los que sentimos. Damos allí mucha importancia a la mirada de los otros, o cuidamos a los otros de nuestro dolor.  

Poder abrir estos sentimientos y trabajar sobre ellos puede ser un buen camino para empezar a comprendernos mejor. Y equilibrar con una buena pizca de orgullo pues ambos, vergüenza y orgullo se complementan mutuamente, haciendo una buena pareja.


Quirón por las casas
En la casa donde se encuentra Quirón podemos  sentimos heridos, bloqueados, abandonados, o discapacitados. Podemos nacer en una familia donde sentimos que no encajamos, pues nuestros ideales en esa área se ven frustrados.

La escisión entre lo que soy y lo que aspiro a ser constituye una herida traumática. La escisión entre lo que aspiro a que hubieran sido mis ancestros y lo que realmente son es una  herida traumática transgeneracional.  

Bert Hellinger creador de las constelaciones familiares posee una oración en la que agradeciendo a cada uno de los padres y tomando la vida de cada uno de ellos dice:

“Tomo la vida al precio entero que a ti te costó  y que a mí me cuesta…

No olvidemos que en el terreno de Quirón el “ofrecimiento perfecto” no existe,  quizá en esa área o casa donde se encuentra Quirón tenemos que reconciliar lo que quisiéramos  o hubiéramos querido con lo que es.
En la casa de Quirón hallamos a nuestro  maestro interior, compasivo y humilde. Es un camino que nos lleva de regreso a nuestra más exquisita humanidad. Tenemos un tesoro oculto en nuestra herida, solo tenemos que animarnos a encontrarlo.



Podríamos trabajar con las siguientes palabras claves para la casa o planetas con los que se encuentra en contacto Quirón:

En una primera instancia,  desde una conciencia ubicada en el yo (habitualmente en la primera mitad de la vida)  aparecen:

Vergüenza
Timidez
Sentimiento de fracaso.
Aislamiento
Posible “divorcio emocional” de  esa área donde se encuentra la herida,  como duele nos solemos “refugiar” en el área de enfrente, la casa opuesta complementaria.
Compulsión a repetir la herida para sanar.

A medida que la conciencia se desarrolla e integra la dimensión más transpersonal  pueden aparecer:

Anhelo profundo del alma de reconciliarnos con esa área  o función espiritualizándola.
Sentimiento de que mi herida es funcional a los sistemas a los que pertenezco teniendo así un propósito no solo personal sino también sistémico.
Vulnerabilidad compartida. Resiliencia
Sanación que implica comprensión  y una expresión transpersonal de esa área
Aporte único y singular a lo colectivo.

Preguntas para hacernos en el área  donde tenemos a Quirón
Que me duele? Que me avergüenza?
Que me avergüenza de mi  familia  en relación a esa área? Es conciente  esa vergüenza?
Donde me escondo pues creo que no estoy a la altura de las circunstancias?
Donde desarrollo un falso sentimiento de superioridad para acallar un complejo de inferioridad?
A quienes envidio secretamente?
A quien culpo de mi dolor?

Bibliografia
Barbara Hand Clow Quirón 2002 Ediciones Obelisco 
Liz Greene Barreras y límites 1996 Editorial Kier 
Jesús Gabriel, Viaje alrededor de un sentimiento herido, 2016 Editorial Sincronía 
Boris Cyrulnik, Morisrse de vergüenza, 2010, edit. Debate