Nuestra conciencia es capaz de reproducir las condiciones de nuestro nido primario a fin de lograr satisfacción emocional. Se arma así un patrón afectivo (nuestra luna natal con todo su colorido) que se repetirá a lo largo de nuestra vida dándonos seguridad y al mismo tiempo alejándonos de nuestra su singularidad. Alrededor de los 28 años el mecanismo es muy evidente. A partir de aquí el ego esta fortalecido. Repetición o libertad será el tema fundamental.
Una verdadera revolución sucede si ponemos conciencia al mecanismo. Es nuestra primera iniciación espiritual. La vida es muy generosa con esto y armara escenarios para que podamos trabajarlo. Asi vamos “solarizando” la conciencia, es decir expresando nuestro sol (signo solar) y sus aspectos, e integrando nuestra totalidad.
Jorge Bosia en su libro Estrategias de la Emoción nos habla de tres mecanismos con los que tenemos que trabajar para emprender el viaje: el miedo, la pereza y la vergüenza. Salimos de la aldea conocida, dispuestos a emprender un viaje de autoconocimiento. Si así estuvimos a salvo, ¿para qué cambiar la estrategia? Hacerlo puede significar un gran peligro, y se despierta el miedo primario a no sobrevivir.
La pereza aparece ya que estamos “habituados” a funcionar como lo hacemos, entonces implica mucho esfuerzo, creatividad, y compromiso salir del “piloto automático”. Por eso se aconseja aprovechar los momentos de más energía vital para realizar este trabajo.
La vergüenza surge porque la respuesta automática siempre se dispara antes de que nos demos cuenta de ello. Por lo tanto al comienzo del trabajo del héroe tendremos que deshacer alguna acción, desdecirnos, rectificarnos para dar lugar a la nueva respuesta. Pero la vergüenza puede aparecer, nos mostraremos respondiendo de una manera diferente ante nuestros vínculos y ellos también se sorprenderán.
Es todo un aprendizaje, disolver esa mirada que fragmenta nuestra vida y nos hace vivir al mínimo de nuestra potencialidad, solo para sentirnos a salvo. Luego de los 28 años ya no necesitamos repetir sino integrar nuestra luna como un talento al servicio del alma. Pues ella forma parte de nuestra estructura energética, es nuestra madre interna que está allí para acudir en cualquier situación de crisis o para que podamos gestar con su amorosa presencia un estado de conciencia nuevo.
Bibliografía:
Las lunas Eugenio Carutti Ed. Casa XI 1997
La carta natal como guía en el desarrollo de la conciencia I. Gonzalez A. Lodi, H. Steinbrun
Estrategias de la emoción Jorge Bosia Ed. Proyecto Trenkeue 2009.-